Celia Birch había sido su chica en la universidad. Un Día de San Valentín, Tolland la llevó a su restaurante favorito, y cuando el camarero le sirvió el postre a ella, llegó con una rosa y un anillo de diamantes. Celia comprendió al instante. Con lágrimas en los ojos, pronunció una sola palabra con la que hizo a Michael Tolland más feliz de lo que jamás lo había sido.
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