Rachel asintió, aturdida. Pocos americanos sabían que de hecho había dos Air Force One en servicio: un par de 747-200-Bs idénticos y configurados para ese fin, uno con el número de cola 28000 y el otro con el 29000. Ambos aviones alcanzaban velocidades de crucero de novecientos kilómetros por hora y habían sido modificados para poder repostar en pleno vuelo, dándoles así una autonomía prácticamente ilimitada.
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