Incapaz de estirar más el brazo, volvió a colocarse sobre el suelo, acercándose más al agua. Pegó la punta de las botas contra el hielo y volvió a colocar con firmeza la mano izquierda en el borde. Una vez más, extendió el brazo derecho todo lo que pudo. "Casi". Se acercó un poco más. "¡Sí¡" El borde de la cubeta tocó la superficie. Mientras el líquido fluía al interior del contenedor, Ming lo miraba incrédulo.
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