Llenos de expectativas, compraron una pequeña casa cerca de Pasadena, donde Celia consiguió un trabajo como profesora de ciencias. Aunque el sueldo era modesto, era un principio y también estaba cerca del Instituto Scripps de Oceanografía de San Diego, donde Tolland había hecho realidad su sueño y había conseguido un puesto en un barco de investigación geológica. El trabajo de Tolland le obligaba a estar fuera tres o cuatro días seguidos, pero sus reencuentros con Celia eran siempre apasionados y excitantes.
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