Serpenteando por el suelo helado, se retorcían como pasarelas de madera unas alfombrillas de espuma negra entre una maraña de unidades de trabajo portátiles de los científicos. Entre todo aquel amasijo electrónico, treinta o cuarenta miembros del personal de la NASA vestidos por entero de blanco trabajaban de firme, consultándose alegremente y hablando con animación. Rachel reconoció de inmediato la energía que recorría el lugar. Era el entusiasmo ocasionado por un nuevo descubrimiento.
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