Fue entonces cuando lo vio. Un panorama en nada comparable a todo lo que había visto sobre la Tierra. En un primer momento creyó que la luna debía de estar haciéndole alguna jugarreta. Entrecerró los ojos sin apartarlos del terreno nevado, incapaz de comprender lo que estaba mirando. Cuanto más descendía el avión, más clara se volvía la imagen.
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