El Presidente pulsó el intercomunicador y pidió que le trajeran café a su despacho. Mientras Rachel le seguía por el avión, no pudo evitar la idea de que el Presidente parecía extremadamente feliz y relajado para tratarse de alguien que iba por debajo en los sondeos de intención de voto. Además, vestía de manera muy informal: pantalones vaqueros, un buzo y botas de montaña L.L. Bean. Rachel intentó darle conversación.
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