El foso de extracción se abría ahora ante él, sacándolo de su doloroso ensueño. Se sacudió de encima el escalofrío que le provocaba el recuerdo y se acercó a contemplarlo. En la oscuridad de la cúpula, el agua derretida del agujero mostraba una belleza casi surreal y mágica. La superficie brillaba como un estanque bajo la luz de la luna. Los ojos de Tolland se vieron atraídos por las motas de luz que flotaban en el nivel superior del agua, como si alguien hubiera rociado la superficie con chispas verdeazuladas. Observó aquel resplandor durante un buen rato. Había algo en él que le resultaba peculiar.
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