Disfrutando de la oscuridad, el paleontólogo Wailee Ming estaba sentado solo, sumido en silenciosa reflexión en su área privada de trabajo. Tenía todos los sentidos alerta ante la perspectiva del evento de esa noche. "Pronto seré el paleontólogo más famoso del mundo". Esperaba que Michael Tolland, en una muestra de generosidad, hubiera incluido sus comentarios en el documental.
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