Antes de que Rachel pudiera decir nada más, el hombre retrajo las alas del F-14 hasta colocarlas en posición de bajo rozamiento. Un instante más tarde, Rachel se vio de nuevo estampada contra el asiento mientras el avión se lanzaba hacia delante como si hasta entonces no se hubiera movido. Un minuto después volaban a una velocidad aproximada de dos mil cuatrocientos kilómetros por hora.
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