"Una rata que abandona el barco que se hunde", decidió Gabrielle. En Washington no era extraño que un empleado de la Casa Blanca, temeroso de que su Presidente estuviera a punto de ser expulsado de su despacho, ofreciera silenciosos favores al aparente sucesor con la esperanza de asegurarse poder u otro puesto una vez tuviera lugar el cambio. Al parecer, alguien se olía la victoria de Sexton y estaba ya comprando acciones por adelantado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario