En calidad de analista de inteligencia, Rachel se veía obligada a esquivar constantemente las preguntas de sus amigos sobre las supuestas maniobras de ocultamiento de contactos con alienígenas. A menudo se quedaba aterrada ante las teorías que hasta los más "cultos" de sus amigos se tragaban sin el menor reparo: platillos volantes alienígenas destrozados y ocultos en búnkers secretos del gobierno, cadáveres de extraterrestres enterrados en hielo e incluso civiles inocentes abducidos por alienígenas. Por supuesto, todo eso era absurdo. Los alienígenas no existían. Tampoco las estrategias de ocultamiento.
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