Gabrielle había supuesto la incorporación de un decisivo activo a su campaña desde que la había ascendido al puesto de asistente personal hacía tres meses. Y por si fuera poco trabajaba gratis. Su compensación por una jornada laboral de dieciséis horas era aprender a luchar en las mismísimas trincheras en compañía de un avezado político.
No hay comentarios:
Publicar un comentario