Todo lo que había en la sala rezumaba poder, desde el ligero aroma a tabaco de pipa hasta el omnipresente sello presidencial. El águila que sujetaba las flechas y las ramas de olivo estaba bordada en los pequeños cojines decorativos, cincelada en la cubitera, e incluso grabada en los sacacorchos del bar. Rachel cogió uno y lo examinó.
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