Rachel ascendió por la escalerilla con el agente pisándole los talones y apremiándola en su ascenso. En lo alto, la puerta de la cabina estaba abierta como una pequeña herida en el costado de una colosal aliena plateada. Avanzó hacia la entrada, que estaba en semioscuridad y notó que su confianza empezaba a vacilar "Tranquila, Rachel. No es más que un avión".
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