Rachel levantó los ojos y no pudo reprimir una mueca al ver actuar a su padre. Sabía perfectamente a dónde llevaba aquello. "Malditos periodistas", pensó. La mitad estaban en la nómina de algún partido. La pregunta del reportero era de las que suelen denominarse un "pomelo": una pregunta supuestamente agresiva y dura, pero que en realidad no era más que un favor pactado al senador: una volea lenta que su padre podía dar de pleno, lanzando la bola fuera del recinto y aclarando de paso algunas cosas.
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